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domingo, 23 de febrero de 2014

TRASTORNOS LÍMITE DE PERSONALIDAD


Los trastornos límite de personalidad constituyen un problema cada vez más frecuente en las sociedades desarrolladas. No son propiamente una enfermedad mental como puede ser la depresión, la ansiedad o la esquizofrenia.
Básicamente, se trata de personas que tienen dificultad para su control emocional y que, por tanto, desde el punto de vista conductual destacan por su inestabilidad emocional y afectiva, reacciones imprevistas y desproporcionadas, y falta de tolerancia a la frustración, entre otros. Si sumamos todo lo anterior podríamos deducir que se trata de personas que habitualmente reaccionan de forma inesperada y hasta violenta (incluso contra sí mismos) ante cualquier contrariedad o situación imprevista, y con dificultad para establecer vínculos afectivos de lealtad duraderos. En muchas ocasiones ni siquiera con sus padres.
Por lo anterior, la convivencia con ellos se puede deteriorar hasta límites insoportables incluso para los propios padres. Una vez pasado el episodio de impulsividad con frecuencia se dan cuenta de lo ocurrido y tratan de poner remedio, pero la inestabilidad emocional nuevamente les lleva una y otra vez a reacciones desproporcionadas e inesperadas. Tienen, por tanto, una baja tolerancia a situaciones de estrés y manejan muy mal las situaciones de tensión. A veces, pueden recurrir a consumo de tóxicos para poder tolerar mejor las situaciones estresantes caracterizándose también por ingestas de alcohol o drogas desproporcionadas y con total pérdida de control.
Son muchos los factores relacionados con su aparición, si bien su frecuencia está siendo cada vez mayor, atribuyéndose eso en gran medida a los nuevos modelos educativos y de desarrollo en el que se cultiva menos el autocontrol y la confrontación individual y responsable con las dificultades. En ocasiones, el excesivo sobreproteccionismo de la sociedad actual lleva a individuos adultos indefensos y con escasos recursos ante la contrariedad.
La indefensión y falta de capacidad de afrontar esas situaciones estresantes les lleva a una tensión interior muy alta que no saben manejar y que desembocan en una reacción desproporcionada, en ocasiones agresiva frente a sí mismo o el que tienen más cercano (a veces un ser querido), y con bajo control de esa impulsividad y vehiculización de la tensión generada. Tras la reacción se encuentran ante las consecuencias de sus actos, que pueden incluso generarle mayor tensión. Así, muchas reacciones supuestamente anormales y desproporcionadas (incluso agresión de género) tienen su origen en este problema.
¿Qué hacer? La intervención y tratamiento de estos casos requiere un abordaje multifacético en el que se integren un tratamiento psicoterapéutico, educativo y psicofarmacológico. Recientemente, se ha avanzado mucho en la búsqueda y hallazgo de mecanismos biológicos que actúan en los mecanismos de control emocional y que está permitiendo la aplicación de nuevos fármacos, como son algunos antipsicóticos de nueva generación. El tratamiento psicoterapéutico es habitualmente muy prolongado y en ocasiones requieren de la intervención en unidades especializadas. En España hay pocas, destacando las de Málaga y Zaragoza entre otras, especialmente por ser de las primeras en ponerse en marcha.

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