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sábado, 8 de febrero de 2014

Qué falta para que todos puedan tener una infancia feliz

Además de mejorar la situación de pobreza que vive gran parte de la población, habría que reducir las cifras de mortalidad infantil, extender la escolaridad y reglamentar la nueva ley de adopción
Por   | Para LA NACION
Si bien la Asignación Universal por Hijo (AUH) fue una medida que sirvió, en diferente medida, para mejorar la situación de vulnerabilidad en la que se encuentra gran parte de la población argentina, todavía la situación de la niñez en nuestro país sigue siendo alarmante.
La situación de la niñez y la adolescencia en Argentina puede analizarse sobre la base de las brechas existentes entre la realidad actual y el cumplimiento pleno de los compromisos asumidos por el país, teniendo en cuenta lo contemplado en la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), y los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).La CDN considera a todos los niños, niñas y adolescentes sujetos de derecho. Este documento, ratificado por Argentina en 1990, configura el horizonte al cual deben apuntar los esfuerzos de las políticas públicas y el accionar de la sociedad en temas que afectan a las personas menores de 18 años.
Los derechos que en la CDN se presentan pueden agruparse en: derecho a la salud, a la nutrición y al desarrollo infantil integral temprano; derecho a la educación; derecho a la protección especial; derecho a la participación y derecho a la identidad.
En términos de derechos, el Informe Anual de la Deuda Social de la Infancia (Serie del Bicentenario 2010 - 2016), elaborado por la Universidad Católica Argentina sostiene que a lo largo del trienio 20102012, se estima que el 59,1% de los niños/ as se encontraba privado en al menos uno de los siguientesderechos fundamentales: alimentación, saneamiento, vivienda adecuada, salud, acceso a la información, estimulación temprana y educación.
El análisis por dimensión de derechos permite reconocer que entre las principales deudas sociales con la niñez y adolescencia se encuentran las condiciones del hábitat de vida en aspectos como el saneamiento y la calidad de la vivienda y el derecho a la alimentación.
En este contexto es que millones de niños argentinos tienen que comer, crecer, estudiar, desarrollarse y desplegar todas sus potencialidades.
Si bien al hablar de niñez es muy amplio y abarca muchas realidades con distintas prioridades, hoy en la Argentina "importa la pertinencia de la inversión pública más que sus montos totales", afirma Ennio Cufino, representante adjunto de Unicef, quien hace hincapié en optimizar los recursos para poder lograr la promoción de la niñez.
La organización considera a la Argentina un país de ingresos medios y por eso para 2014 focaliza sus prioridades en el Norte y en los sectores más pobres del conurbano bonaerense en temas relacionados con el derecho a la salud y la educación y protección, especialmente de niños indígenas, migrantes, discapacitados y en los adolescentes pobres de centros urbanos.
"En 2014 no habrá cambios bruscos con relación a 2013: se mantendrá intenso el esfuerzo de cooperación para reducir la mortalidad neonatal y materna, especialmente centrado en mejorar la calidad de -y coordinación entre- servicios de salud", explica Cufino.
Para Norberto Liwski, presidente de la Defensa de Niñas y Niños Internacional ( DNI) en la Argentina, este es uno de los mayores desafíos para 2014: tratar de reducir las cifras de mortalidad infantil y llevarlas a un dígito.
"La Argentina ha avanzado bastante en este terreno y tenemos que aprovechar el momento para profundizarlo", explica, aunque también señala que esto no ocurre con la mortalidad materna. "Allí, los índices todavía son muy altos y se debe trabajar de la misma manera que se trabajó con los niños para tratar de reducir las causas dominantes de esta problemática."
Otro tema prioritario, tanto para Unicef como para el resto de los especialistas, es promover la ampliación de la educación inicial y preescolar. En ese sentido, Ianina Tuñón, una de las responsables del Barómetro de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, concuerda con que es fundamental comenzar a luchar contra la desigualdad desde los primeros años de vida.
"Es un momento en la vida en que los chicos están casi exclusivamente bajo la tutela de sus propias familias y no hay una presencia fuerte del Estado en temas de salud y estimulación temprana", afirma.
A diferencia de países como Chile y Uruguay, que tienen programas muy focalizados, en la Argentina hay muchas diferencias según el nivel socioeconómico. Aunque el país cuenta con una ley aprobada de Centros Educativos de Primera Infancia, en la práctica no se implementa. "Si no comenzamos a trabajar en esta primera etapa, luego esta asimetría se va repitiendo en todo el ciclo escolar", explica Tuñón.
Si bien a partir de los 5 años los índices de escolaridad son casi plenos, "las escuelas son muy desiguales y hay escuelas para pobres en las que hay que focalizarse para que el espacio educativo sea de riqueza y de contraste con la realidad de su hogar", sostiene y agrega: "No se trata sólo de recursos económicos, sino también humanos".
Adolescencia y secundaria
Violencia, deserción escolar, delincuencia, vida en la calle, drogas... Estos son los fantasmas que sobrevuelan a los adolescentes de nuestro país. Por eso, la salida de los chicos de la niñez es otro de los temas comunes que preocupan. "La adolescencia creo que es la deuda principal que tenemos como sociedad", afirma Liwski, para quien uno de los principales objetivos debe ser lograr que se cumpla la obligatoriedad de terminar la escuela secundaria marcada por ley, pero que en la práctica los sectores más vulnerables no pueden cumplir.
"Es una de las mayores desigualdades. Mientras los chicos que más recursos tienen terminan sus estudios, los más pobres son los que desertan y una vez que están fuera de la escuela revertir la desigualdad es mucho más difícil", explica Liwski.
En ese sentido, para Tuñón reforzar la escuela secundaria es fundamental, y sobre todo acompañar a los más pobres para que hagan un egreso exitoso que les permita seguir progresando y puedan encontrar en la escuela secundaria un espacio de socialización. "Muchos hacen el enorme esfuerzo de terminar sus estudios, superan a sus padres, pero si luego no consiguen trabajo, ese esfuerzo se diluye y terminan siguiendo los pasos de los padres que intentaron superar", apunta.
En ese sentido, Tuñón cree que no sólo hay que exigirles a los chicos compromiso con la escuela, sino rever qué es lo que los adultos ofrecen a los jóvenes. "Antes de mirar en las características de los jóvenes miremos a la sociedad que los contiene", agrega.
Por eso, desde 2012 Unicef lleva adelante las Escuelas secundarias en entornos virtuales en las provincias del Chaco, Misiones, Jujuy y Salta, un programa que continuará en 2014. "En estas áreas, adolescentes que habían abandonado la secundaria o que no accedieron a ella, sobre todo por la distancia, hoy pueden avanzar en su educación", sostiene Cufino y explica: "Los alumnos se reúnen en locales próximos a sus residencias con maestros tutores, que brindan apoyo en las diversas materias que se dictan a distancia a través de Internet, desde la capital provincial".
Estadísticas confiables
Para la Red de Hogares de la Provincia de Buenos Aires, la prioridad número uno
es poder contar con estadísticas confiables. "No sabemos a ciencia cierta cuántos chicos tenemos en situación de calle ni cuantos abandonaron la escuela", explica Gustavo García, director del Hogar Don Bosco de La Plata y coordinador de la red, que agrega: "Para armar programas que sirvan, necesitamos tener un buen punto de partida".
Su desesperación parte desde la imposibilidad de poder dar respuesta a una realidad que cada vez llega con más fuerza: oleadas de adolescentes que llegan a los hogares, separados de sus familias, por motivos de violencia, abuso o maltrato.
De hecho, según el informe Situación de niños, niñas y adolescentes sin cuidados
parentales en la República Argentina, realizado por la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf), del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, junto con Unicef, el 57% de los 14.417 menores de hasta 18 años que viven en hogares o institutos de menores en el país fue ingresado por motivos vinculados a la violencia, el maltrato o el abuso sexual. Los números son los siguientes: el 44% ingresó por violencia y maltrato; el 31%, por abandono; el 13%, por abuso sexual, y el 11%, por otros motivos.
Pero éstas son sólo algunas de las cifras que se encuentran disponibles para poder hacer un diagnóstico fiel, que permita idear un plan de acción a largo plazo, que sea efectivo y contundente.
Una de las organizaciones que trata de paliar esta situación y aporta varios datos es el Barómetro de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, que todos los años realiza la Encuesta de la Deuda Social Argentina, una de las mediciones socioeconómicas más confiables del país, que entre otros puntos releva la situación de los jóvenes.
La última edición consigna que el 20% de los jóvenes no estudia ni trabaja, mientras que el 12% de los niños de entre 5 y 17 años debe hacer alguna actividad laboral, y dos de cada 10 hogares requieren asistencia pública.
"Necesitamos volver a tener estadísticas nacionales serias; el Indec tiene que volver a producir información creíble para tomar decisiones porque no sabemos cuál es el estado de situación", puntualiza Tuñón.
En la actualidad, las organizaciones que trabajan con niños se valen de estadísticas parciales o de la experiencia propia o de sus colegas, pero no de los programas oficiales provinciales o municipales. "Necesitamos poder arman una planificación seria para que los chicos pasen el menor tiempo posible en un hogar o en un centro de día", afirma García, que en el hogar que dirige cobija a 15 niños que atienden unos 25 voluntarios.
La misma preocupación tiene Liwski, quien espera que finalmente en 2014 se sancione el nuevo Código Civil con la nueva normativa para la adopción, que simplificará el trámite. "Hay que profundizar los programas de familia ampliada, en comunidad y sustituta para garantizar su desarrollo, porque los chicos son el futuro pero también el presente."
"En definitiva, lo que queremos es que la palabra promoción recobre su significado y realmente signifique mejorar las condiciones de vida de los chicos", finaliza García.
 


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