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sábado, 29 de marzo de 2014

La felicidad nos hace más productivos



La felicidad hace a la gente más productiva en el trabajo, al menos esa es la conclusión a la que parecen llegar las últimas investigaciones realizadas al respecto en la Universidad de Warwick.
Los investigadores han llevado a cabo una serie de experimentos para poner a prueba la idea de que los empleados felices trabajan más duro y son más productivos. En el laboratorio encontraron que la felicidad hace a la gente en torno a un 12% más productiva.

Esta es la primera evidencia causal que ha sido establecida de manera experimental mediante ensayos aleatorios y de trabajo a destajo. El estudio, que será publicado en la revista Journal of Labor Economics, incluyó cuatro experimentos diferentes con más de 700 participantes.
Durante los experimentos realizados, a un grupo de participantes se le mostró un clip de película de humor, o bien se les ofreció chocolate, bebidas y fruta. Otros fueron interrogados acerca de tragedias familiares recientes, como duelos, con la intención de evaluar si los niveles más bajos de felicidad se asociaban posteriormente con niveles más bajos de productividad.
felicidad-trabajo
El profesor Oswald, uno de los autores del estudio comentó: “Empresas como Google han invertido de manera importante en el apoyo y la satisfacción de sus empleados, y han obtenido excelentes resultados, aumentando un 37 % la productividad. Realmente vale la pena tener trabajadores más felices. Y esta evidencia ha sido replicada bajo condiciones controladas científicamente”.
La fuerza motriz parece ser que los trabajadores más felices utilizan el tiempo de manera más eficaz, aumentando el ritmo al que se puede trabajar sin sacrificar la calidad de su trabajo. Estos resultados ofrecen implicaciones importantes para los empleadores y las políticas de promoción.
El Dr. Proto, otro de los autores de la investigación concluyó: “Hemos demostrado que los sujetos más felices son más productivos, el mismo patrón aparece en cuatro experimentos diferentes. Esta investigación proporcionará una guía para la gestión de todo tipo de organizaciones, que deben esforzarse por que sus lugares de trabajo sean emocionalmente saludables para sus empleados.
Nota del Editor
Se completa este artículo con un interesante documento, descargable en PDF, que bajo el título “¿Qué nos hace felices en el trabajo?”, nos ofrece los resultados y consclusiones extraídos de la II Encuesta Adecco sobre la felicidad en el trabajo, realizada a 1800 trabajadores de toda España.

jueves, 27 de marzo de 2014

La falta de motivación en la esquizofrenia


esquizofrenia


Muchas personas con esquizofrenia presentan importantes problemas de motivación, lo que supone una gran dificultad a la hora de iniciar proyectos nuevos o de acabar las tareas ya iniciadas, y en general a la hora de persistir en la conducta dirigida a metas. Estos síntomas negativos de la esquizofrenia pueden ser incapacitantes y llegan a impedir que muchas de estas personas desarrollen todo su potencial.
Durante muchos años se pensó que esta falta de motivación era debida a la incapacidad de experimentar el placer asociado con el éxito que supone la consecución de objetivos. Sin embargo, recientes estudios de laboratorio han demostrado que la experiencia hedónica se encuentra intacta en las personas con esquizofrenia, y que por tanto son necesarios nuevos enfoques para comprender mejor estos déficits motivacionales.
En un nuevo estudio publicado en la revista Biological Psychiatry, el Dr. James Gold de la Universidad de Maryland y sus colegas, ofrecen una nuevo punto de vista sobre la relación que existe entre los déficits motivacionales y el deterioro funcional de la esquizofrenia.
Se especuló con que la falta de motivación puede provenir de una falta de interés en emplear determinado nivel de esfuerzo para obtener una recompensa. En otras palabras, las personas con esquizofrenia podrían ser menos capaces de evaluar adecuadamente una recompensa futura en términos del “costo” del esfuerzo requerido.
Para probar esto, los investigadores reclutaron a un grupo de personas con esquizofrenia y a un grupo control de individuos sanos. Todos los participantes completaron una tarea de toma de decisiones en el laboratorio. La tarea requería tomar una decisión entre dos alternativas: una opción fácil con una recompensa mínima, y ​​una opción más difícil con un premio de mayor valor.
Los investigadores encontraron que los pacientes con esquizofrenia, especialmente aquellos con síntomas negativos prominentes, fueron más propensos a elegir las tareas menos exigentes que proporcionaban premios más pequeños, mientras que los sujetos sanos eligieron mayoritariamente las tareas más exigentes que ofrecían mayores recompensas.
En esencia, los pacientes con síntomas negativos severos calculaban el ‘costo’ potencial del esfuerzo a realizar contra el valor de los posibles premios a obtener de un modo diferente a como lo hacían los voluntarios sanos u otras personas con esquizofrenia sin graves problemas de motivación. “El costo del esfuerzo es más relevante para ellos que el incremento de valor de la recompensa”, explicó Gold.
Estos hallazgos sugieren que los síntomas negativos de la esquizofrenia se asocian con ciertas disfunciones en cómo los pacientes valoran el coste del esfuerzo necesario para recibir una recompensa o alcanzar una meta. Es importante destacar que estas disfunciones se observaron consistentemente sólo en aquellos pacientes con altos niveles de síntomas negativos. Parece que estos pacientes eran particularmente reacios a realizar los mayores esfuerzos requeridos para las recompensas más grandes, o bien no encontraron que el esfuerzo extra requerido valía la pena.
El Dr. John Krystal, editor de Biological Psychiatry, comentó al respecto: “Es importante conocer y entender las decisiones desventajosas que toman determinados pacientes, ya que esto facilitará la posibilidad de ayudarles, mediante la educación, la medicación o la psicoterapia, a alcanzar un mayor progreso en su rehabilitación.”

sábado, 8 de marzo de 2014

Enfermos mentales, ¿víctimas o perpetradores?


 Las personas con alguna enfermedad mental son más a menudo víctimas de actos violentos que perpetradores según un estudio.

Casi un tercio son victimizadas, mientras que solo una cuarta parte había cometido actos violentos, informan unos investigadores.

Mary Elizabeth Dallas

Las personas con enfermedades mentales son mucho más propensas a ser víctimas que perpetradores de actos violentos, muestra un nuevo estudio.

En un periodo de 6 meses, casi un tercio de los adultos con un trastorno de salud mental son victimizados, reveló el estudio.

Los investigadores también hallaron una asociación fuerte entre sufrir un acto violento y cometer uno. Sugirieron que reducir la violencia contra las personas con enfermedades mentales podría ayudar también a proteger a otras personas de la comunidad.

"Oímos hablar del vínculo entre la violencia y la enfermedad mental en las noticias, y quisimos observar no solo la idea de que las personas con enfermedades mentales son un peligro para los demás, sino la posibilidad de que ellos también estén en peligro", afirmó la autora del estudio, la Dra. Sarah Desmarais, profesora asistente de psicología en la Universidad Estatal de Carolina del Norte, en un comunicado de prensa de la universidad.

Los investigadores examinaron las encuestas rellenadas por 4,480 adultos con enfermedades mentales sobre el hecho de cometer actos violentos y de ser la víctima de dichos actos en los últimos seis meses.

La información recogida incluía los hallazgos de 5 estudios previos que se centraron en diversos asuntos, como los medicamentos antipsicóticos y el enfoque de los tratamientos. Estos estudios anteriores también indagaban sobre la cuestión de los adultos con problemas de salud mental que actúan de forma violenta y que son víctimas de actos violentos.

El estudio, publicado en línea recientemente en la revista American Journal of Public Health, reveló que aproximadamente el 24 por ciento de las personas con enfermedades mentales habían cometido un acto violento en los 6 meses anteriores.

Los adultos con enfermedades mentales que se vuelven violentos son más propensos a comportarse mal en casa que en público, hallaron los investigadores. La mayoría de estos actos, o el 63.5 por ciento, tuvieron lugar en una casa. Solo el 2.6 por ciento de estos actos violentos se produjeron en una escuela o en un lugar de trabajo.

Por otra parte, un porcentaje mayor de estos adultos con enfermedades mentales fueron víctimas de violencia. El estudio mostró que casi un 31 por ciento fueron victimizados durante este mismo periodo. De estas personas, aproximadamente el 44 por ciento dijeron que sufrieron actos violentos en más de una ocasión.

"También hallamos que los participantes que han sido víctimas de violencia tenían 11 veces más probabilidades de cometer actos violentos. Esto enfatiza la necesidad de intervenciones en la salud pública más robustas que se centren en la violencia", afirmó Desmarais.

"No se debería tratar solo de prevenir que los adultos con enfermedades mentales cometan actos violentos, sino también de proteger a las personas en riesgo de ser victimizadas", continuó. "En primer lugar, es lo correcto. Además, aunque la correlación no es necesariamente un relación de causalidad, evitar la violencia contra las personas con enfermedades mentales podría reducir los actos violentos cometidos por ellas".

FUENTE: North Carolina State University, news release

Raras pero no invisibles (enfermedades raras)

Por Carlos Martín Guevara

Existen entre 5.000 y 7.000 enfermedades raras. El “amplio desconocimiento médico y científico” es la gran lacra que pesa sobre estas dolencias, según el autor, y es lo que ha motivado la producción del documental ‘Raras pero no invisibles’, financiado por ciudadanos anónimos.
Rafael y Andrés son pacientes de distrofia miotónica tipo I o síndrome de Steinert. Ellos han sufrido en persona la falta de conocimiento sobre su enfermedad y la sensación de vértigo tras el diagnóstico, “y si le preguntas a un médico… pues te dice que no hay nada. No saben nada” explica Andrés. Además, existe una incomprensión por parte de la sociedad que Rafael manifiesta de forma contundente: “Todos somos raros ¿por qué una enfermedad te va a hacer invisible?”.

http://www.youtube.com/watch?v=__e4UwCIRhY&feature=player_embedded

Y es que, aunque no lo creas, ya has oído hablar de ellas. Suelen ser esas que se nombran como “la enfermedad de” o “el síndrome de” seguido de un nombre que, a menudo, es extranjero o está formado por varios otros separados por guiones. También son aquellas que vienen acompañadas de un 1 y un número obscenamente grande detrás, que nos indica que afectan a una escasísima parte de la población, lo que técnicamente llamamos prevalencia. Son las enfermedades raras o minoritarias, aquellas que, según la Unión Europea, se definen porque afectan a menos de una persona de cada 2.000.
“Todos somos raros, ¿por qué una enfermedad te va a hacer invisible?”
Es una definición escasa que engloba a patologías extremadamente diferentes. Concretamente se habla de un abanico de entre 5.000 y 7.000 dolencias diferentes. Datos con los que comienza un rosario de dificultades, que acompaña de manera indeseada al mundo de las enfermedades raras.

El origen genético de la mayoría de ellas conlleva que la investigación biomédica en este campo sea crucial, y la única vía de avance en la búsqueda de terapias y medicamentos. Estos últimos son llamados “huérfanos” por ser destinados a estas enfermedades y por su poco probable comercialización sin medidas de estímulo. Aquello que afecta a pocos nunca es rentable.
Los pacientes deben esperar años para el primer paso, en el caso de que exista: el diagnóstico
Con todas estas características, la consecuencia principal es que existe un amplio desconocimiento médico y científico sobre estas enfermedades. Hasta hace relativamente poco no existían políticas de salud pública, ni investigaciones enfocadas de forma específica a esta materia. Esto provoca que los pacientes deban esperar años para el primer paso, en el caso de que exista: el diagnóstico.

Una dinámica que ha comenzado a cambiar gracias a la existencia de centros específicos, tal y como nos comenta Lluís Montoliú, investigador del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras. “Precisamente debido a la existencia del Ciberer, ahora existen programas de financiación que permiten investigar directamente todas y cada una de estas enfermedades raras, ahora sí de forma específica y directa”.

Tomándolo en conjunto, una mezcla explosiva de factores ha relegado, durante muchos años, a la invisibilidad a todo aquello que tenía que ver con las enfermedades minoritarias. Para intentar poner el foco en esta problemática nace el proyecto Raras pero no invisibles, primer documental sobre estas dolencias financiado de forma colectiva. Durante 59 minutos, a través de ocho de estas dolencias, la cinta muestra el día a día de los pacientes, las bases fisiológicas de las patologías, y las estrategias y principales líneas de investigación sobre esta materia en nuestro país.
Hay otro tipo de invisibilidad, la que empiezan a tener los grupos pequeños de investigación
Estas enfermedades necesitan investigación como la que realiza, por ejemplo, Rubén Artero desde la Universidad de Valencia. Él y su equipo trabajan con moscas y ratones en la búsqueda de nuevos fármacos que ayuden a paliar el síndrome que afecta a Rafael y Andrés. Nos habla también de otro tipo de invisibilidad, la que empiezan a tener los grupos pequeños de investigación, las dificultades para seguir financiados y las inminentes dificultades que los recortes van a provocar.

Si algo desprenden los pacientes que han colaborado en el documental es, sin duda, la confianza en la investigación, porque saben que sin ella no hay futuro. Como nos dice Carmen Herrera, triple campeona de judo paralímpica con la condición genética de albinismo “que un país decida apostar por la investigación es algo que dice mucho del país y de sus gobernantes”.
“Es hora de que nos encontremos por los túneles, formemos grupos y encontremos la salida”
Raras pero no invisibles puede ser visto de forma gratuita a través de la web del proyecto. Es un proyecto abierto, participativo, que pretende llevar las enfermedades raras al foco del objetivo de Gobierno, instituciones y sociedad. Para fomentar que trabajemos juntos, como comenta Julián, padre de un niño con síndrome de Dravet. “Ahora mismo estamos en el túnel, y hay otros millones de familias en el mundo en esta misma situación. Es hora de que nos encontremos por los túneles, formemos grupos y encontremos la salida”.

Raras Pero No Invisibles

Los hijos de padres mayores tienen más probabilidades de sufrir problemas psiquiátricos y académicos

Una edad paterna avanzada se asocia con el incremento de mutaciones genéticas durante la espermatogénesis. La investigación científica sugiere que a mayor edad del padre en el momento del nacimiento de los hijos, mayores trastornos psiquiátricos desarrollarán éstos. Sin embargo, los efectos de la edad paterna avanzada en la morbilidad psiquiátrica de la descendencia aún no están claros, debido a los hallazgos epidemiológicos inconsistentes de estudios previos y a la incapacidad de los mismos para controlar rigurosamente los factores de confusión.
Con el objetivo de superar estas limitaciones y examinar de forma certera la asociación entre una edad avanzada en el momento de la paternidad y los numerosos índices de morbilidad en la descendencia, científicos de la Universidad de Indiana (Estados Unidos) y del Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia) han realizado uno de los estudios científicos más amplios, completos y rigurosos de los publicados hasta la fecha.
El trabajo investiga los posibles efectos de la edad paterna en una amplia gama de alteraciones de la salud mental y problemas académicos de la descendencia, analizando también las relaciones entre hermanos y primos. Para ello, realizaron un estudio de cohorte sobre una muestra poblacional de más de 2 millones y medio de personas (correspondiente a todos los individuos nacidos en Suecia entre 1973 y 2001) con subconjuntos de datos utilizados para predecir la morbilidad en niños y adolescentes. El objetivo era medir la asociación entre la edad del padre en el momento del nacimiento de sus hijos y el desarrollo de alteraciones psiquiátricas (autismo, déficit de atención e hiperactividad, psicosis, trastorno bipolar, intento de suicidio y abuso de sustancias) y académicas (bajas calificaciones y bajo nivel educativo) por parte de los mismos.
Los resultados del estudio desvelaron que la edad paterna avanzada se asocia con un mayor riesgo de que los hijos desarrollen algún trastorno psiquiátrico. En comparación con los hijos nacidos de padres con edades comprendidas entre los 20 y 24 años, los hijos de padres mayores de 45 años tienen mayor riesgo de autismo (3´5 veces más), de TDAH (13 veces más), de psicosis (2 veces más), de trastorno bipolar (25 veces más), de conducta suicida (2´5 veces más) y mayores problemas de abuso de sustancias[i]. La edad avanzada del padre en el momento del nacimiento de la descendencia también se asoció con defectos académicos y bajos niveles educativos. Las comparaciones entre hermanos demostraron que, para la mayoría de estos problemas de salud mental, la probabilidad de desarrollar la enfermedad aumenta a medida que lo hace la edad paterna
En este estudio, las asociaciones específicas con la edad del padre eran mucho más significativas que las observadas en trabajos anteriores. Para los autores, estos resultados –publicados en JAMA Psyquiatry– demuestran que la edad avanzada de padre se asocia con un mayor riesgo de morbilidad psiquiátrica y académica de la descendencia, de manera que estos hallazgos confirman la hipótesis de que las nuevas mutaciones genéticas que ocurren durante la espermatogénesis se relacionan de forma causal con la morbilidad de la descendencia.
Más información: JAMA Psyquiatry

[i] Datos concretos sobre resultados del estudio extraídos de “La edad del padre puede influir en la salud mental del niño” [en línea]. ABC Salud: 28 de febrero de 2014 [consultado el 03/03/2014]. Disponible en Internet: http://goo.gl/7haH8r.

Trastorno bipolar

Introducción

El trastorno bipolar -antes llamado enfermedad maníaco depresiva- es una de las enfermedades psiquiátricas de más difícil manejo. Su impacto es negativo en la mayoría de los pacientes y más del 6% mueren por suicidio en las dos décadas siguientes al diagnóstico.
¿Qué es el trastorno bipolar?

Los trastornos bipolares se caracterizan por episodios recidivantes de estado de ánimo elevado y depresión, que se acompañan de cambios en la actividad o la energía y se asocian con síntomas cognitivos, físicos y conductuales característicos.
  • El término manía se emplea cuando el estado de ánimo es muy alto y sostenido o se asocia con síntomas psicóticos, que llevan a una notable perturbación de la conducta y la función.
     
  • La hipomanía se refiere a elevaciones menos intensas del estado de ánimo, que pueden ser bastante breves y en general no motiva la consulta; sin embrago, la hipomanía puede progresar a manía.
Los trastornos bipolares se clasifican como:
Trastorno bipolar I: con episodios de manía
Trastorno bipolar II: en el que sólo se producen episodios de hipomanía.
Los síntomas maníacos y los depresivos a menudo aparecen juntos, dando lugar a estados “mixtos”.
En muestras de población es similar la cantidad de personas que experimentan elevaciones leves del estado de ánimo (subumbrales) como la de aquéllas que reúnen los criterios para el trastorno bipolar y juntas forman el espectro bipolar.
La ciclotimia se refiere a un subconjunto de trastornos más leves con ciclos breves repetidos de hipomanía y estado de ánimo levemente bajo que ocurren regularmente durante dos o más años. Se discute si estos trastornos más leves se deben incluir en el diagnóstico de trastorno bipolar.
¿Quiénes sufren trastorno bipolar?

Un relevamiento mundial reciente efectuado en 11 países halló que la mediana de la edad de comienzo es a los 25 años, con predominio del trastorno bipolar I en los varones y del II en las mujeres (0,6% y 0,4, respectivamente).

La manía prepuberal es rara; habitualmente, la perturbación leve del estado de ánimo en la adolescencia progresa a episodios de depresión y más tarde a manía en la adultez.
Causas del trastorno bipolar

El trastorno bipolar I tiene una predisposición hereditaria de 0,75 explicada en su mayor parte por variantes de alelos comunes. Su expresión fenotípica es el resultado de la interacción de factores genéticos y ambientales. El abuso físico o sexual en la infancia es casi el doble de frecuente que en personas sanas y se asocia con comienzo más temprano de la enfermedad y con mayor gravedad de la misma. Acontecimientos vitales y factores de estrés crónico son desencadenantes importantes de los episodios.
¿Por qué el trastorno bipolar es tan problemático?

En el trastorno bipolar son frecuentes otros problemas psiquiátricos asociados, es especial trastornos de ansiedad. Más de un tercio de los casos, sobre todo aquéllos con trastorno de inicio temprano, también tienen problemas con el alcohol o las drogas, ya sea como desencadenantes o como complicación secundaria.
La falta de reconocimiento de su enfermedad y el rechazo de la ayuda son más frecuentes en la manía aguda que en otras fases de la enfermedad. Esto puede hacer necesario el tratamiento compulsivo.
La conducta desinhibida y violenta en la manía puede generar riesgo o daño a terceros y problemas con la justicia. La hipomanía, en cambio, a menudo escapa a la atención médica y, aún si es reconocida, el paciente puede ser reacio a consultar. Quizás considere a la hipomanía como positiva y asociada con aumento de la energía y la productividad. Las consecuencias sociales, económicas y laborales de los episodios de hipomanía o manía casi siempre son negativas y, en especial en la manía, pueden ser devastadoras.

Cuando el paciente consulta por depresión, que es más frecuente que el estado de ánimo elevado, a menudo los episodios previos de hipomanía no se detectan. Es posible que se tarden muchos años en efectuar el diagnostico y mientras tanto se indique un tratamiento ineficaz o hasta perjudicial.
La “tasa de conversión” de la depresión al trastorno bipolar es del 1% por año y se han encontrado altas tasas de trastorno bipolar no diagnosticado en pacientes deprimidos que no responden a los antidepresivos.

El curso variable del trastorno, desde episodios aislados breves o infrecuentes con recuperación total entre los mismos hasta enfermedad persistente grave o caótica, plantea grandes desafíos terapéuticos. Los ciclos rápidos (cuatro o más episodios por año) constituyen marcadores de gravedad y de poca respuesta al tratamiento. Puede haber deficiencias cognitivas de leves a moderadas, aún cuando los pacientes están eutímicos.

En el 30-40% de los pacientes se produce daño autoinflingido.
La tasa de suicidios en un gran estudio prospectivo reciente fue del 7,8% en hombres y del 4,8% en mujeres durante una mediana de 18 años de seguimiento tras el primer contacto psiquiátrico, mayor que para la depresión o la esquizofrenia.
Además el índice de mortalidad estandarizado para las causas naturales de muerte es de alrededor de 2. La causa más frecuente es la enfermedad cardiovascular, vinculada a los hábitos de vida, la obesidad y otros componentes del síndrome metabólico.
Diagnóstico

La clave para el diagnóstico es la presencia o los antecedentes de hipomanía o manía. El estado de ánimo predominantemente irritable puede enmascarar un cuadro maníaco subyacente y los síntomas psicóticos se pueden confundir con la esquizofrenia. Es necesaria una buena anamnesis y un examen del estado mental, complementados con información colateral.
Es preciso tener en cuenta que quizás el paciente niegue o no informe el estado de ánimo elevado. La hipomanía puede no ser evidente si no se conoce previamente a la persona y llamar la atención sólo tras repetidos episodios o consecuencias adversas. La superposición con otros trastornos puede llevar a pasar por alto el diagnóstico si no se considera la asociación con el trastorno bipolar.

En niños y adolescentes el diagnóstico de trastorno bipolar exige la presencia de manía con euforia inequívoca (no sólo irritabilidad) y un curso episódico.

Cuestionarios de autoevaluación, como el cuestionario de estado de ánimo o el listado de verificación de hipomanía, pueden ayudar a identificar episodios anteriores de hipomanía o manía.
¿Cómo distinguir entre depresión bipolar y unipolar?

La depresión del trastorno bipolar no se puede distinguir de la depresión unipolar sólo sobre la base de los síntomas. En ausencia de antecedentes de estado de ánimo elevado, una revisión exhaustiva de estudios propuso un enfoque basado sobre las características sintomáticas, los antecedentes familiares y la evolución de la enfermedad.
Tratamiento del trastorno bipolar

El objetivo del tratamiento inmediato de los episodios es resolver los síntomas y reducir el riesgo inmediato para sí o para terceros. El objetivo del tratamiento prolongado es prevenir futuros episodios de enfermedad y ayudar a volver al funcionamiento previo a la enfermedad, mejorar la salud física y disminuir el riesgo a largo plazo de suicidio. Los pacientes que ciclan entre la manía o la hipomanía y la depresión son especialmente difíciles de tratar. Estabilizar su estado de ánimo es tan importante como tratar el episodio agudo.

Los fármacos son el pilar del tratamiento para los trastornos bipolares I y II, pero su función en los trastornos más leves no está bien comprobada. Las psicoterapias específicas son complementos importantes para disminuir las recaídas, tratar la depresión y mejorar la función. Otros elementos esenciales son mantener la continuidad de la atención médica y enfrentar los trastornos asociados y los factores de riesgo de recaídas, como el alcohol, las drogas y la alteración de los ritmos circadianos. En general, primero se estabiliza el estado de ánimo y después se tratan los trastornos psiquiátricos específicos.

Tratamiento farmacológico y psicoterapia

Muchos fármacos son más eficaces para uno de los polos de la enfermedad, por lo que los pacientes con “estabilizadores del estado de ánimo” (habitualmente litio o anticonvulsivos) pueden no ser tratados de la misma manera para ambos polos.

Para la manía y los estados mixtos hay buena evidencia de la eficacia de los antipsicóticos como clase, el valproato, el litio y la combinación de antipsicóticos + litio o valproato. Como tratamiento complementario se recomienda un ambiente con bajo nivel de estímulos. Los tratamientos cortos con benzodiacepinas se emplean para tratar la agitación y el insomnio

Para la depresión hay buena evidencia a favor de la quetiapina y como tratamiento complementario la terapia conductual cognitiva y la terapia centrada en la familia. La primera ayuda a identificar y enfrentar pensamientos y conductas perjudiciales. La segunda intenta mejorar la comunicación en la familia y fortalecer las estrategias de afrontamiento y de resolución de problemas.

Para el tratamiento de mantenimiento y la prevención de las recaídas hay buena evidencia de la eficacia de la monoterapia con litio (para la manía y la depresión), los antipsicóticos como clase (para la manía), la quetiapina (depresión y manía), la olanzapina (manía más que depresión), la lamotrigina (depresión más que manía); el tratamiento combinado con antipsicóticos + litio o valproato (mejor que el litio o el valproato solo para la manía), el litio + valproato (mejor que el valproato para las recaídas, la quetiapina + litio o valproato (mejor que litio o valproato solos para la manía y la depresión).
Como psicoterapia hay buena evidencia de la eficacia de la psicoeducación grupal, que proporciona información sobre el trastorno bipolar, fortalece la autogestión y mejora la identificación temprana de las recaídas (manía más que depresión) y la terapia centrada en la familia.

¿Cuándo derivar al especialista o compartir la atención del paciente?

Durante los episodios agudos se debe derivar a todos los pacientes con trastorno bipolar conocido o presunto al especialista para tratar el episodio agudo, evaluar el riesgo, confirmar el diagnóstico (si es necesario), determinar o repasar el plan terapéutico a largo plazo.

Los pacientes con diagnóstico de trastorno bipolar deben continuar con el especialista si tienen dificultad con el cumplimiento terapéutico, sufren recaídas frecuentes o síntomas persistentes. También si surge una enfermedad psiquiátrica grave asociada, tal como trastornos de ansiedad o abuso de alcohol o drogas, si necesitan tratamiento por riesgo de suicidio o riesgo para terceras personas.

Los pacientes estables con trastorno bipolar que no están tratados por un especialista deben consultarlo si están considerando un embarazo o están embarazadas, en el caso de las mujeres, sufren efectos secundarios o complicaciones por el tratamiento que pueden necesitar un cambio de fármacos, están pensando en cambiar o suspender el tratamiento. Aunque algunos pacientes necesitan tratamiento psiquiátrico prolongado, muchos que están estables y bien pueden ser tratados en atención primaria. La buena comunicación y la interconsulta psiquiátrica temprana y rápida son esenciales.

Tratamiento de los episodios de manía

La manía a menudo exige la hospitalización para manejar el riesgo y permitir el tratamiento. Puede ser necesario el ingreso compulsivo del paciente y la conducta muy perturbada quizás necesite tratamiento inmediato con antipsicóticos o benzodiacepinas o ambos. Se debe evitar el exceso de estimulación y proporcionar un ambiente tranquilo.
Los grados de manía más leves se pueden tratar ambulatoriamente en servicios especializados. Los episodios mixtos se tratan como si fueran maníacos. La hipomanía a menudo no se trata, pero podría ser necesario un apoyo más intensivo y el ajuste del tratamiento para prevenir su progreso a la manía en el trastorno bipolar I. En el trastorno bipolar II el objetivo es tratar los episodios depresivos recurrentes.

El primer paso es identificar y tratar cualquier causa médica, así como los desencadenantes, como la suspensión del tratamiento de mantenimiento, el consumo de drogas y los acontecimientos vitales estresantes. Se deben suspender los antidepresivos porque pueden estar exacerbando el estado de ánimo elevado. Revisar la eficacia y la tolerabilidad de los tratamientos para episodios anteriores y optimizar el tratamiento a largo plazo o recomendarlo si se lo había suspendido.

Los antipsicóticos son el tratamiento de primera línea para la manía. En estudios aleatorizados controlados, los más eficaces fueron el haloperidol, la risperidona y la olanzapina. Un metanálisis de ocho estudios aleatorizados controlados halló que el tratamiento combinado con un antipsicótico y litio o valproato fue más eficaz que el valproato o el litio solos y otro estudio halló que la asociación de valproato con un antipsicótico fue más eficaz que un antipsicótico solo. Las benzodiacepinas pueden ser necesarias a corto plazo para el tratamiento de la agitación y el insomnio, pero carecen de propiedades antimaníacas.

Tratamiento de la depresión en pacientes con trastorno bipolar

Al igual que para la manía, se deben identificar y eliminar todos los factores desencadenantes. La elección de fármacos depende de los antecedentes terapéuticos y de la necesidad de evitar el cambio a un estado de ánimo elevado.

Un metanálisis de 19 estudios aleatorizados controlados sobre depresión bipolar halló que en relación con el placebo el fármaco más eficaz es la quetiapina (cinco estudios). Un metanálisis reciente de 15 estudios aleatorizados controlados no halló que los antidepresivos fueran más beneficiosos que el placebo para tratar la depresión bipolar.
Las recomendaciones aconsejan asociar siempre un antimaníaco para disminuir el riesgo de desestabilizar el estado de ánimo. Los fármacos de elección son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, porque es menos probable que causen viraje a la manía. Se recomienda suspender los antidepresivos tras la resolución de los síntomas depresivos.

Se deben tener en cuenta los tratamientos psicológicos eficaces junto con los fármacos, especialmente si la depresión se prolonga o persisten síntomas recurrentes o leves.

Tratamiento de mantenimiento o profiláctico

Es esencial que los pacientes se involucren, conozcan su trastorno y reciban tratamiento adaptado a las circunstancias de cada uno. Deben poder identificar los desencadenantes de las recaídas, conocer la importancia de los fármacos para prevenir y tratar las exacerbaciones e identificar los objetivos funcionales y sintomáticos del tratamiento. El estigma de la enfermedad mental es un problema importante para muchos.

A menudo resulta difícil para los pacientes aceptar que necesitan tratamiento prolongado. Un gran estudio halló que sólo el 54% de los of pacientes cumplían totalmente con el tratamiento de mantenimiento. El National Institute for Health and Clinical Excellence (NICE) recomienda el tratamiento prolongado en el trastorno bipolar I después de dos episodios agudos o de un único episodio maníaco con consecuencias graves, y en el trastorno bipolar II si hay recaídas frecuentes, deterioro funcional o riego de suicidio.

Los fármacos para el mantenimiento o la profilaxis se prescriben según el patrón predominante de las recaídas. Un metanálisis de 20 estudios aleatorizados controlados sobre el tratamiento de mantenimiento y un gran estudio posterior con litio y quetiapina, hallaron que el litio y la monoterapia antipsicótica, y los antipsicóticos asociados y el litio o el valproato fueron eficaces contra las recaídas maníacas. La quetiapina sola o asociada con el litio y el valproato fue eficaz contra las recaídas depresivas.

En un análisis conjunto de dos estudios aleatorizados controlados con placebo, la lamotrigina fue eficaz contra las recaídas depresivas y en menor grado contra las maníacas. Evidencia de metanálisis también mostró que el litio disminuye el suicidio cuando se lo emplea para el tratamiento de mantenimiento de los trastornos del estado de ánimo. Este tratamiento tiene un bajo índice terapéutico y es necesario controlar la concentración plasmática de litio cada tres meses y la función renal y tiroidea cada seis meses.
Cuando se suspende el litio se lo debe hacer en el curso de varios meses, ya que su suspensión rápida puede desencadenar recaídas. Para muchos pacientes la polifarmacia es inevitable, pero se asocia con problemas de tolerabilidad y cumplimiento terapéutico; por ello es necesario planificarla en lugar de dejar que los fármacos se vayan acumulando. Si el tratamiento prolongado se suspende, se lo debe hacer gradualmente en varios meses y con supervisión deI especialista. Es necesario controlar estrechamente al paciente para detectar signos precoces de recaída.

Se debe ofrecer psicoeducación a todos los pacientes. Otros tratamientos psicológicos están indicados para síntomas como la ansiedad; las recaídas frecuentes o el deterioro social, funcional o cognitivo persistente.
El trastorno bipolar en mujeres en edad fértil

Las mujeres que están considerando un embarazo deben ser derivadas para recibir información preconcepcional del especialista. Si están embarazadas deben ser tratadas conjuntamente por los servicios de psiquiatría y obstetricia.

En un gran estudio retrospectivo se halló que el 23% de las mujeres con trastorno bipolar sufrían una recaída durante el embarazo y el 52% durante el posparto; casi todas las recaídas eran depresivas. El riesgo aumenta si los estabilizadores del estado de ánimo se suspenden durante el embarazo. En dos estudios prospectivos el 85-100% de las mujeres sufrieron recaídas en relación con el 30-37% de las que continuaban con la medicación. El litio y los anticonvulsivos se asocian con aumento del riesgo de teratogénesis.
El valproato plantea el mayor riesgo, ya que causa retraso del desarrollo neurológico, por ello está contraindicado en mujeres en edad fértil, salvo que empleen un método anticonceptivo eficaz. Otros anticonvulsivos están contraindicados en el primer trimestre del embarazo; el litio sólo se debe administrar con supervisión obstétrica y en lo posible evitarlo durante el primer trimestre.
Los antipsicóticos son el tratamiento de elección para la manía durante el embarazo. Para la depresión es mejor la terapia cognitiva que los antidepresivos. Después del parto, se debe considerara iniciar o reiniciar el tratamiento para prevenir recaídas. La lactancia materna está contraindicada para las mujeres que reciben litio, lamotrigina o clozapina.
Opciones ante el fracaso terapéutico

Ante una escasa respuesta al tratamiento, se debe revisar el diagnóstico e identificar y tratar todos los trastornos asociados, el abuso de drogas o alcohol y la falta de cumplimiento terapéutico.

Después, se debe aumentar la dosis de los fármacos que recibe el paciente dentro de los límites de la tolerabilidad. Si continúa la falta de respuesta, cambiar o agregar otro fármaco. Considerar la psicoterapia y enfrentar los factores ambientales dentro de lo posible.
Un metanálisis de seis estudios de cohortes halló que los anticonvulsivos son una opción para la depresión bipolar grave y ante el fracaso de otros tratamientos, como así también para la manía resistente al tratamiento.

Se debe considerar la derivación a un centro terapéutico terciario para los casos difíciles o complejos.
Pronóstico

La mayoría de los pacientes se recuperan de su primer episodio, pero alrededor del 80% sufren una recaída dentro de los cinco a siete años. Casi todos sufren tres o más episodios en 20 años y el riesgo de recaída persiste en la vejez. En estudios de seguimiento los pacientes experimentan deterioro de moderado a grave el 26-32% del tiempo.

El tratamiento es más eficaz cuanto más pronto se inicie. No obstante, muchos pacientes tienen buena evolución y pueden llevar una vida plena, aunque deben ser conscientes de su enfermedad y poder manejar los riesgos y los desencadenantes asociados con las recaídas.

viernes, 7 de marzo de 2014

Causas de la conducta agresiva infantil

 Una conducta agresiva no es lo mismo que tener un carácter fuerte

En la infancia, son normales los ataques de agresividad. Las conductas agresivas son conductas intencionadas que pueden causar daño, ya sea físico o psíquico. Conductas como pegar a otros, ofenderlos, burlarse de ellos, tener rabietas o usar palabras inadecuadas para llamar a los demás forman parte de la agresividad infantil. Cuando algunos niños persisten en su conducta agresiva y son incapaces de controlar su fuerte genio, pueden sentirse frustrados causando sufrimiento y el rechazo de los demás.

Por qué algunos niños presentan conducta agresiva

La conducta agresiva infantil
Según los expertos, la frustración facilita la agresión y es un excelente caldo de cultivo para que se desarrollen conductas agresivas en los niños. El comportamiento agresivo del niño es normal, pero el problema es saber controlarlo. Muchas veces, el niño provoca a un adulto para que él pueda intervenir en su lugar y controlar sus impulsos agresivos, ya que no puede con todo. Por eso, el niño necesita de un "no hagas eso" o "para con eso". Los niños, a veces, piden una riña. Es como si pidiera prestado un control a su padre o a su madre. Del mismo modo que los padres enseñan a caminar, a hablar o a comer a sus hijos, deben enseñar también a controlar su agresividad.

Controlar la conducta agresiva del niño

Hay que tener cuidado para no devolver su agresividad con otra agresividad. La teoría del aprendizaje social afirma que las conductas agresivas pueden aprenderse por imitación u observación de la conducta de modelos agresivos. Es muy importante, por ejemplo, que el niño tenga y encuentre un buen modelo en sus padres.
Los niños se relacionan con los demás de la misma forma que lo hacen sus padres. Si ellos mantienen una relación tranquila con los demás, el niño se portará del mismo modo delante de sus amiguitos. Si la relación es más bien hostil, probablemente el niño seguirá ese modelo de comportamiento.
Educar a los niños es una tarea difícil, que requiere trabajo. Pero que vale la pena intentar acertar, mantener el equilibrio y procurar el consenso entre los padres para que en la educación del niño no ocurran fallos de doble comunicación. Si uno de los padres permite todo y el otro nada, eso confundirá al niño y probablemente se rebelará.

Castigos o límites para los niños.


Entrevista a la psicóloga Mª Luisa Ferrerós
¿Cómo enseñar normas y aplicar límites a los niños?

Muchos padres no sabemos qué hacer para que nuestros hijos se porten bien, pero ¿en qué fallamos? ¿Cómo conseguir que los hijos nos respeten? La psicóloga infantil, María Luisa Ferrerós, autora del libro ¡Castigado! ¿Es necesario?, propone alternativas educativas ingeniosas y eficaces para educar a los niños mediante una serie de consejos prácticos, que han dado lugar a su método, el método Ferrerós.

Claves para educar con límites

¿En qué fallamos los padres en la educación de nuestros hijos?
El fallo más importante es la inseguridad, no saber a dónde vamos y probar diferentes cosas cuando no funciona una a la primera. El niño nota esta inseguridad y les invita a portarse peor. Otro de los fallos que tenemos es que las parejas no vamos como un equipo, sino que jugamos mucho a "poli bueno y el poli malo". El niño capta que lo que mamá no me deja hacer, papá si. Hay muchos estilos educativos dentro de la misma familia y eso los niños también lo aprovechan para sacar rendimiento a sus intereses.
María Luisa Ferrerós, psicóloga infantil
¿Cómo podemos aplicar la disciplina a los niños y cuándo debemos empezar a poner los límites?
Debemos empezar, desde el primer año a poner limites al niño, diciéndole que no: "no toques, no subas, no bajes". El niño, al año, está jugando con nosotros y basta que le digas que no, para que vaya a provocar, pero sabe perfectamente que le estas diciendo que no y tiene que aprender a interpretar el "no". Por eso, es importante que el "no" vaya acompañado de una cara seria. Pensamos que el niño va probando, va jugando con nosotros, pero cuando ve que ante la misma cosa, respondes de la misma manera, que no y con cara seria, el niño al final deja de hacer lo que no debe.
Los límites se interpretan según tu cara y tu gesto. Hay una serie de señales no verbales que acompañan y son muy importantes: el tono, la gravedad, la firmeza o la actitud. Estar convencido es la base para que le puedas transmitir a tu niño y reaccione positivamente. Si tú estás haciendo una cosa porque lo has oído, te lo han dicho, pero no estás seguro, entonces no te funcionará. Los padres debemos entender porque estamos haciendo las cosas y cuál es el objetivo porque es la única manera de que al niño le llegue el mensaje. El mensaje debe ser un mensaje de dentro, de actitud, de decir yo soy el capitán del barco, pongo unas normas por el bien de mi hijo porque quiero sacar el mejor partido de mi hijo y es bueno para él. Cada uno puede adaptar, en el libro damos muchas opciones y cosas diferentes que se pueden hacer, su manera de ser, a la familia, al entorno, a cómo es el niño… pero a educar hay que empezar cuanto antes mejor, sin posponer porque nos plantarnos con un hijo de 15 años, y empezar de 0 cuesta mucho.
¿Podemos establecer una conducta educativa basándonos en el carácter del niño?
Hay niños que son muy potentes y muy fuertes, que obedecen a limitaciones drásticas, o con los que te has de enfadar mucho para que les haga efecto. Y hay otros niños que lo mismo les destroza, depende de la sensibilidad del niño. Eso de que los papás tenemos que ser justos y actuar con todos igual quiere decir que nos tenemos que adaptar a la sensibilidad de cada uno, a su manera de ser, a su miedo, a su tozudez.
Por ejemplo, no se puede castigar a un niño inquieto sin moverse. Al revés, en los niños muy movidos, los castigos educativos que mejor funcionan son dar vueltas corriendo o subir y bajar escaleras. "¿Te has portado mal o has pegado a tu hermano? Pues venga, sube y baja las escaleras de casa diez veces", que se agoten, lo necesitan. En cambio a un niño que es más tranquilo, ess castigo no le hace bien.
A los niños que son muy sensibles, no les hacen falta castigos tan contundentes, ellos pueden hacer cosas de más colaboración. También depende mucho si son chicos o chicas: los chicos siempre necesitan castigos de más acción, las chicas de más pensar, a los chicos a veces les va muy bien que los castigue papá, a las mamás nos torean más, en cambio las chicas necesitan más presencia materna.
Autoritario, permisivo... ¿qué tipo de padre debemos ser ahora?
Un padre flexible que se adapte a la situación. Los extremos siempre son malos. El exceso de autoritarismo es igual de malo que el exceso de permisividad. Si nos fijamos, los niños con conflictos de verdad vienen de familias excesivamente permisivas o excesivamente autoritarias, por tanto, lo ideal es estar en el punto medio. El punto medio quiere decir que cuando hay que decir que no, hay que ser capaces de decir que no, y cuando hay que soltar un poquito la cuerda, soltarla. Eso no quiere decir que seamos colegas de nuestros hijos ni que seamos amigos, nuestros hijos nos han de respetar, por lo tanto, siempre tenemos que estar en ese punto de control, un mínimo de respeto es imprescindible. Siempre es mejor pecar de un exceso de respeto que de falta de respeto.
Límites en la educación infantil¿Cómo conseguirlo? ¿Hay que inculcarlo desde la infancia o podemos recuperarlo después sino lo hemos hecho a su debido tiempo?
Pasa por respetarnos a nosotros mismos y tener claro que un niño, aunque sea hijo tuyo, no te puede pisar y hay cosas que no te puede decir. Hay cosas que tú no le vas a consentir a una persona de fuera y tampoco se las puedes consentir a tu hijo. Hay que tener muy claro que a tu hijo no le puedes consentir que te diga tonta, o déjame, o te deje la ropa tirada… porque es una falta de respeto. Todo esto pasa por tener muy claro el respetarse a sí mismo, y que los padres no estamos al servicio de nuestros hijos, no somos monitores de tiempo libre, nosotros estamos para ayudarles a que crezcan, para darles la mano para que se hagan mayores, pero en un entorno de convivencia con unas normas. Si yo no le voy a dejar tiradas las cosas para que las recoja él, tampoco lo puede hacer conmigo, si yo no le insulto, él tampoco me puede insultar, y no se lo debo consentir, no sólo por mi, por mi dignidad, sino porque sino él no va a aprender esa dignidad y ese respeto, y eso no se puede enseñar, hay que imitarlo.
¿Debemos negociar con los hijos? ¿Cómo hacer para que la sociedad se olvide del castigo físico?
Estoy en contra del castigo físico, porque realmente no lleva a ningún lado. La violencia genera violencia, y por ahí no vamos bien.
Para ser un padre firme no necesitas darle un cachete, si tú tienes claras las cosas y al niño no le dejas pasar una, no hace falta. Hace falta que tú estés convencido y que haya una serie de cosas que no sean negociables y que el niño tenga claras. Pero eso no quiere decir que entonces el niño sea el rey de la casa y haga lo que le de la gana.
Una cosa es que estemos en contra de la violencia, de la agresión en todos los ámbitos y otra cosa es que no haya respeto. El respeto es fundamental, precisamente cuando tu respetas a una persona, no le pones la mano encima. Una cosa es no violencia y otra cosa es que no haya límites y que el niño pueda hacer lo que quiera, y no se puede porque en la sociedad hay límites y hay normas y estas educando a estos niños para que vivan en esa sociedad. Además en el colegio hay unos límites y unas normas muy claras, los niños lo saben y no están nada traumatizados y las cumplen. Por lo tanto, en casa ha de haber normas, y eso no quiere decir que se este todo el día castigando al niño.
El problema del cachete y la bofetada es que empiezas por esto ¿y luego qué? Te quedas sin argumentos, ¿luego que se hace? ¿pegarle una paliza? Estoy totalmente en contra del castigo físico, pero estoy totalmente en contra de que los niños sean los dueños de casa y hagan lo que quieran.
¿Cuál es la clave para educar con límites?
Hay que mantenerse firme sin enfadarse, sin gritar, ¡es que no hace falta! Si tú tienes claras las cosas, no hace falta todo eso, hace falta leer el libro, ponerse las pilas, que te reboten las cosas y trasmitir mucha seguridad. No es fácil, pero es una cuestión de autoconvencerse, de tener esa fuerza mental de decir: "yo voy a poder con los niños y ya me he cansado de chillar, esta no es la forma". Que el niño hace una cosa pues tiene una consecuencia: los niños te están retando todo el día, "pues ahora no te quiero, me voy a ir de casa…", te van a decir de todo, pero todo eso son provocaciones, el niño no lo piensa, están buscando a ver si tú te tambaleas. Cuando el niño te dice esto, no te has de inmutar, has de darle seguridad sin entrar en su juego, tienes que pensar que el niño te esta provocando, mirando a ver cuál es tu punto y cada vez que el quiera algo lo usará.
Castigado, autora Mª Luisa Ferrerós
¿La falta de límites puede tener consecuencias nefastas para la educación de los hijos?
El niño cuando es pequeño no tiene criterio, su criterio está basado en lo que le gusta, pero este criterio no quiere decir que sea bueno para él, por lo tanto, no me sirve. ¿Un niño de 5 años puede ver El señor de los anillos? Pues no, aunque haya muchos papás a los que les parezca fantástico, el niño no entiende el argumento de la película, y aunque es verdad que la película acaba bien y que tiene una buena moraleja, un niño de 5 años no lo capta, solo ve las espadas, los elfos… y luego tiene miedo. Entonces no le podemos dejar ver eso, por su bien, no porque a mi me guste o me deje de gustar.
Tengo adolescentes en la consulta que han dejado los estudios, que están en un momento que no saben que hacer con su vida, y yo les he preguntado cómo han llegado a ese límite si no son tontos, y muchos de ellos dicen que se lo han dejado hacer todo en su casa. El otro día un niño de 18 años me dijo, es que a mi nunca me han castigado, nunca me han mantenido un castigo, entonces yo no estoy acostumbrado a esforzarme, me cuesta. Claro que con 18 años ahora no se por donde empezar. Esto me lo han dicho muchas veces, y me encantaría que los padres lo pudieran oír. Tengo niñas de 14 años que dicen "si es que a mis padres les da igual lo que haga, porque me lo dejan hacer todo".
Los niños no quieren que les des todo, sino que estés por ellos y cuando hay una cosa que no han de hacer, que no se la dejemos hacer, porque a veces ellos no tienen fuerza de voluntad. A veces, se dejan llevar por los amigos y no se atreven a enfrentarse a los amigos, necesitan que nosotros les digamos que no, y en el fondo para ellos es una excusa fantástica porque les evitas hacer algo que no quieren hacer. Todo esto tiene que darnos esa fuerza para poder decir no.
Marisol Nuevo.